Era la noche anterior a esta y caía la bruma,
yo estaba en la taberna corrigiendo pergaminos con mi pluma.
Había una hermosa doncella entre tanta penuria,
su porte decía elegancia y sus ojo lujuria.
Preguntó: ¿sois maestro?- si señorita-
-habéis de ser mío-, suplicó, porque et twist me excita.
Sin demora nos apresuramos a mi habitación y
allí en el tresillo empezó el mogollón.
Desaté su corpiño, la pasión y el exceso,
convirtiéndome así en pernocta con sexo.
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